"Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios", 2 Corintios 10:5
Derriba algunas cosas con determinación.
La liberación del pecado no significa ser libre de la naturaleza
humana. Hay áreas de esa naturaleza, como los prejuicios, que el creyente puede destruir dejándolos de
alimentar y abandonándolos. Pero, hay otras que deben ser violentamente destruidas, por la fuerza divina
que imparte el Espíritu. Existen algunas circunstancias contra las cuales no debemos luchar, sino
solamente estar firmes y ver la salvación de Dios (ver Éxodo 14:13). Toda teoría o concepto que se
levante como una barrera contra el conocimiento de Dios debe ser derribado con determinación por el
poder de Dios, no por el esfuerzo humano ni transigiendo para llegar a un acuerdo (ver 2 Corintios 10:4).
La lucha empieza solamente cuando Dios ha cambiado nuestra naturaleza y hemos entrado en la experiencia de la
santificación. La guerra no es contra el pecado. Nunca podremos luchar contra él. Jesucristo lo venció
cuando nos redimió. El conflicto tiene que ver con el cambio de nuestra vida natural por la espiritual, lo
cual no es fácil, ni Dios espera que lo sea.
Solamente lo logramos por medio de una serie de prioridades morales. Dios no nos santifica en cuanto al
carácter, sino en el sentido de que nos declara inocentes y nosotros debemos transformar esa inocencia en
un carácter santo, por medio de nuestras decisiones morales. Estas determinaciones se oponen
continuamente a las áreas de nuestra vida natural que se han atrincherado y que se levantan como barreras
fortificadas contra el conocimiento de Dios. Podemos retroceder y dejar de tener valor para su reino, o
derrumbar esas barreras con resolución dejando que Jesús lleve otro hijo a la gloria (ver Hebreos 2:10).
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