"La sencillez y pureza de la devoción a Cristo", 2 Corintios 11:3
La sencillez es el secreto para ver con claridad. Un creyente piensa claramente durante mucho tiempo;
pero debe ver claramente y sin ninguna dificultad. Tú no puedes esclarecer con tu mente un enredo
espiritual. Tienes que aclararlo obedeciendo. Puedes resolver los temas intelectuales pensando en ellos,
pero mientras más piensas en los asuntos espirituales, mayor es la confusión. Si hay algo en tu vida acerca
de lo cual Dios te está presionando, obedécele; lleva "cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo",
2 Corintios 10:5, y todo será tan claro como la luz del día. Tu capacidad para razonar vendrá luego, pero
ella no te permitirá ver. Vemos como los niños y, cuando tratamos de ser sabios, no vemos nada (ver
Mateo 11:25).
Por pequeño que sea, lo que dejemos entrar en nuestra vida sin la dirección del Espíritu Santo es más que
suficiente para producir confusión espiritual; y aunque pasemos mucho tiempo pensando al respecto no se
aclarará. Lo único que vence esta confusión es la obediencia y tan pronto obedecemos, discernimos. Esto
es humillante porque sabemos que cuando estamos confundidos, se debe a la condición de nuestra mente.
Pero cuando nuestra capacidad natural de visión está consagrada al Espíritu Santo, se convierte en la
capacidad de percibir la voluntad de Dios y toda nuestra vida se mantiene en sencillez
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