"Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos", Mateo 11:1
Él va al lugar de donde nos ordenó salir. Si cuando Dios dijo: “Id”, te quedaste porque estabas muy
preocupado por la gente de tu casa, lo que hiciste fue robarles las enseñanzas del mismo Jesucristo en
persona. Cuando obedeciste y le dejaste todas las consecuencias a Dios, el Señor fue a “tu ciudad” a
enseñar, pero mientras no quisiste obedecer, obstaculizaste el camino. Ten cuidado cuando empiezas a
argumentar y a poner en competencia lo que llamas tu deber con las órdenes del Señor. Si dices: “Yo sé
que Él me dijo que fuera, pero mi deber está aquí”, significa que no crees que Jesús hablaba en serio.
Él enseña donde nos manda que no lo hagamos... "Maestro... hagamos tres enramadas", Lucas 9:33.
¿Estamos jugando a ser dioses aficionados en la vida de otras personas? ¿Hacemos tanto ruido cuando
enseñamos a otros que Dios no puede de ninguna manera acercárseles? Tenemos que aprender a mantener
nuestra boca cerrada y nuestro espíritu alerta.
Dios desea instruirnos acerca de su Hijo y quiere transformar nuestros tiempos de oración en “montes de
transfiguración” (Ver Lucas 9:28-29).
Cuando estamos seguros de que Él va a actuar en una forma específica, nunca volverá a obrar de la
misma manera. Él obra allí donde nos ha ordenado esperar... "Quedaos vosotros... hasta que...", Lucas
24:49. Espera en Dios y Él obrará ¡pero no esperes enfadado espiritualmente ni sintiendo pena por ti
mismo, pues tu visión es tan corta que no tienes la capacidad de ver más allá de tus narices.
¿Estamos lo suficientemente apartados de nuestros propios ataques espirituales de histeria como para
“esperar en Él”?
Esperar no es sentarnos con las manos cruzadas sin hacer nada, sino aprender a hacer lo que se nos ha
mandado. Estas son algunas de las facetas de los métodos de Dios que pocas veces reconocemos.
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