"El año que murió el rey Uzías vi yo al Señor...", Isaías 6:1
La historia de nuestra relación con Dios a menudo es la historia de "la muerte de nuestros héroes". Una y
otra vez, Él tiene que remover a nuestros amigos para ubicarse en el lugar de ellos. Aquí es cuando
desfallecemos, fallamos y nos desanimamos. Y ahora, tomémoslo de una forma personal. El año en que
murió quien representaba para mi todo lo que Dios debe ser, ¿lo eché todo por la borda y me di por
vencido? ¿Me enfermé? ¿Me desanimé? ¿O hice lo mismo que Isaías y vi al Señor?
Mi visión de Dios depende de la condición de mi carácter, el cual determina la revelación. Antes de que
pueda decir, vi yo al Señor, debe haber algo en mi carácter que sea semejante a Él. Mientras no haya
nacido de nuevo y empezado realmente a ver el reino de Dios, sólo veo desde la perspectiva de mis
propios prejuicios. Necesito su intervención quirúrgica a través de las circunstancias externas y la
purificación interior.
El orden de tus prioridades debe ser: Primero Dios, segundo Dios y tercero Dios, hasta que tu vida
siempre esté de frente con Él y nadie más, en absoluto, sea tenido en cuenta. Entonces, tu oración será:
"En todo el mundo no hay nadie sino tú, amado Dios, no hay nadie más que tú".
Sigue pagando el precio. Que Él vea cuán dispuesto estás a vivir a la altura de la visión.
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