"Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadid..." 2 Pedro 1:5
En las tareas monótonas.
Pedro dijo que ahora somos participantes de la naturaleza divina
(versículo 4) y que debemos obrar con toda diligencia, es decir, concentrarnos en formar hábitos
piadosos. Debemos añadir a nuestras vidas todo lo que implica el carácter. Ninguna persona nace natural
o sobrenaturalmente con carácter, sino que lo debe desarrollar. Tampoco nacemos con hábitos piadosos;
debemos formarlos basados en la nueva vida que Dios nos fue dando. No fuimos hechos para ser
rimbombantes modelos en miniatura de Dios, sino esencialmente para que manifestemos, en la vida
diaria, el milagro de su gracia. Las tareas monótonas son las que revelan mi carácter. El gran obstáculo en
nuestra vida espiritual es que estamos intentando hacer grandes hazañas. Sin embargo, "Jesús tomando
una toalla comenzó a lavar los pies de los discípulos", Juan 13:3-5.
En ocasiones no hay iluminación espiritual ni emociones, tan sólo las tareas comunes y corrientes de
todos los días. La rutina es el método que Dios tiene para preservarnos entre los tiempos de inspiración
que tenemos. No esperes que Dios te dé siempre sus momentos emocionantes. Aprende a vivir en el
ámbito de la monotonía por el poder de Dios.
Es difícil "añadir", como dijo Pedro. Decimos que no esperamos que Dios nos lleve al cielo en un lecho
de rosas y, con todo, ¡actuamos de acuerdo con esta expectativa! Debo comprender que mi obediencia,
hasta en el más mínimo detalle, tiene tras de sí toda la omnipotencia de la gracia divina. Si cumplo con mi
deber, no por cumplirlo sino porque creo que Dios está dirigiendo mis circunstancias, entonces, en el
instante en que obedezco, toda la maravillosa gracia de Dios es mía mediante la expiación de Cristo.
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