"No fui rebelde a la visión celestial", Hechos 26:19
Si nosotros perdemos la visión que Dios nos ha dado, somos los únicos responsables y la perdemos
debido a nuestras “fugas” de tipo espiritual. Si no aplicamos nuestras creencias acerca de Dios en los
asuntos de la vida diaria, hasta ahí llega la visión. La única manera de no ser rebeldes a la visión celestial es
dando lo máximo de nosotros por lo supremo de Él, lo mejor de nosotros por su gloria. Esto sólo es
posible cuando decidimos recordar continuamente la visión de Dios, pero la prueba decisiva consiste en
obedecer la visión en todos los detalles de nuestra vida cotidiana, en los 60 segundos de cada minuto y
durante los 60 minutos de cada hora y no sólo en nuestros tiempos de oración personal o en las reuniones
públicas "..Aunque tarde, espérala..." Habacuc 2:3. No podemos hacer cumplir la visión mediante
nuestros propios esfuerzos, sino que debemos vivir bajo su inspiración hasta que se cumpla por sí misma.
Nos volvemos tan prácticos que la olvidamos. La vimos en un comienzo, pero no la esperamos. Nos
apresuramos a hacer el trabajo práctico y cuando la visión se cumplió, ya ni siquiera la podíamos ver.
Esperar una visión que se tarda es la verdadera prueba de nuestra fidelidad a Dios. Cuando nos
enfrascamos en el trabajo práctico y perdemos el cumplimiento de la visión ponemos en peligro el
bienestar de nuestras almas.
Espera las tormentas de Dios. La única forma en que Él siembra a santos es por medio del torbellino de
sus tormentas. ¿Vas a demostrar que eres una cáscara vacía sin semilla en el interior? Todo depende de si
realmente estás viviendo en la luz de lo que has visto. Deja que Dios te lance a través de su tormenta y no
salgas hasta que Él lo haga. Si eliges tu propio lugar para ser sembrado, serás una cáscara vacía e
improductiva; pero si permites que Dios te siembre, llevarás mucho fruto (Juan 15:8).
Es esencial que vivamos y andemos en la luz de la visión de Dios para nosotros.
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