El Buscador descubrió tres cosas. Primero, todo es apropiado y nos ayuda, incluso aquellas cosas que parecen ser negativas así como las positivas. Estas no son maldiciones ni obstáculos; son las bendiciones de Dios, deliberadamente provistas por Él. Hasta nuestros enemigos son una bendición.
Ama a tus enemigos, dijo Jesús, porque tienen un valor para nosotros (Mateo 5:44). Ellos hacen que pasemos por algo que necesitamos con desesperación. Nuestro problema es que tenemos un concepto tan superficial de las cosas que lo que queremos es que todo nos vaya bien y sea agradable. Es más, queremos ser nosotros los que tomemos las decisiones; deseamos limitar el tiempo durante el cual sufrimos y tenemos dolor. Pero Dios no nos permite ocupar Su lugar y ser los que tomemos las decisiones.
La segunda cosa que aprendió el Buscador en su búsqueda es que hay una calidad en relación con la vida y la humanidad que no se puede explicar por medio del fundamento de la evolución. Ningún animal se siente inquieto e insatisfecho cuando han quedado suplidas sus necesidades. Observe usted a un perro bien alimentado durmiendo delante de la chimenea en un día frío. Está con su familia, pasándolo bien, sin tener que preocuparse de nada. Un ser humano en esa misma situación no tardará en sentir una cierta impaciencia. Tiene que haber algo más, algo más que está pidiendo a gritos. Esta búsqueda interminable por una respuesta más allá de lo que nosotros podemos sentir en relación con nuestras necesidades físicas y emocionales es lo que se llama aquí
eternidad en el corazón del hombre. San Agustín dijo: Tú nos has creado para Ti mismo, y nuestros corazones estarán inquietos hasta que aprendamos a descansar en Ti. Las personas son las únicas criaturas que alaban. Lo que las hace diferentes no se puede explicar por el procedimiento evolutivo. Son diferentes porque anhelan contemplar el rostro de Dios. C.S. Lewis dijo: Nuestro Padre celestial ha provisto muchas posadas deliciosas para nosotros a lo largo de nuestro viaje, pero se anda con sumo cuidado para asegurarse de que no confundamos ninguna de ellas con nuestro hogar. Hay un anhelo por el hogar; hay un llamamiento en lo profundo del espíritu humano que desea más de lo que puede ofrecer la vida. Ese algo inalcanzable forma parte del plan de Dios.
La tercera cosa que aprendió el Buscador es que aún sigue existiendo el misterio. Nosotros aumentamos nuestros conocimientos, pero descubrimos que cuanto más sabemos, tanto más conscientes somos de que no sabemos. El aumentar el conocimiento tan solo aumenta la profundidad de la maravilla y el deleite. En la sabiduría soberana de Dios, nosotros no podemos resolver todos los misterios. Como dijo el apóstol Pablo:
Contemplamos un reflejo inexacto como en un espejo(1 Corintios 13:12); anhelamos el día cuando veremos cara a cara.
Nosotros no podemos tener todas las respuestas a todos los acertijos y los enigmas de la vida. Es por eso que la exhortación de las Escrituras es siempre que debemos de confiar en la revelación de la sabiduría del Padre en los aspectos que nosotros no podemos entender. Jesús dijo repetidamente que la vida de fe es como la de un niño. Los niños pequeños en los brazos del padre no son conscientes de muchas cosas que su padre ha aprendido. Pero, descansando en los brazos de su padre, se sienten totalmente satisfechos de que estos enigmas se revelen cuando crezcan, confiando en la sabiduría de su padre. Esa es la vida de fe y es lo que hacemos nosotros en nuestra experiencia.
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Aplicación a la vida |
¿Qué es lo que nos diferencia claramente a los seres humanos de los animales? ¿Estamos nosotros viviendo negando el elemento básico y al mismo tiempo preguntándonos por qué nos da la impresión de que la vida no tiene ningún significado? |
Versículo para hoy:
viernes, 7 de febrero de 2020
7 de febrero - La eternidad en mi mente - Ray Stedman
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