La clave a este pasaje es la palabra creer. Este énfasis concuerda con el enfoque del evangelio de Marcos, porque este evangelio no presenta el cristianismo solo como una bonita historia, un relato fascinante de sucesos que tuvieron lugar durante el primer siglo. Enfatiza el hecho de que la muerte y la resurrección de Cristo es algo en lo que debemos creer, y la intención es transformar las vidas. Cuando actuamos conforme a nuestra creencia, eso cambia nuestra vida.
Marcos quiere que entendamos qué ambiente de persistente y obstinada incredulidad prevalecía entre estos discípulos después de la resurrección. A ellos les costaba trabajo aceptar este hecho asombroso, que Aquel al que habían visto crucificado ahora había resucitado y estaba viviendo de nuevo entre ellos. Lo significativo aquí es que Jesús esperaba que los Once creyesen antes de haberle visto a Él. Él deseaba y esperaba que ellos creyesen los informes de los testigos que le habían visto, que eran personas dignas de confianza y estaban informando acerca de lo que de hecho habían experimentado, y eso debería haber sido suficiente para convencer a estos discípulos de que Jesús había resucitado de los muertos. Tan preocupado acerca de esto se siente el Señor resucitado y viviente, que les reprende por su incredulidad, como lo hizo en los días en que había estado vivo con anterioridad. Él les regaña porque ellos se negaron a creer a aquellos que le habían visto. Usted puede darse cuenta de la importancia que atribuye a esta cuestión de los testigos. El evangelio de Juan nos dice que una semana después Jesús se les apareció a ellos cuando Tomás, que no había estado con ellos la primera vez que Él apareció, estaba presente. Jesús invita a Tomás a que le examine, que ponga su mano en Su costado y que toque las señales de los clavos en Sus manos y Sus pies. Tomás lo hizo y cayó a Sus pies, diciendo a gran voz: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28b). “Jesús le dijo: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29). Años después, cuando Pedro está escribiendo sus epístolas a los cristianos, les dice: “Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1.8).
Una cosa está clara en este relato de Marcos: Cuando tenemos testigos que son adecuados y dignos de confianza, que nos informan de lo que han visto, se espera que nosotros respondamos creyendo. Estos hombres vieron al Señor resucitado. Se les concedió un privilegio que no nos ha sido concedido a nosotros, a pesar de lo cual nuestra fe puede descansar en un fundamento sólido. Aunque nosotros no le hemos visto, creemos por el testimonio de los testigos que encontramos aquí.
|
Aplicación a la vida |
¿Pensamos que el cristianismo es sencillamente una bonita historia? ¿Hemos buscado y encontrado evidencia histórica y digna de nuestra confianza del Evangelio en el cual basar nuestra fe y nuestras vidas? |
Versículo para hoy:
viernes, 31 de enero de 2020
31 de enero - ¡Creed! - Ray Stedman
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario