“Y no se pegará algo a tu mano del anatema; porque Jehová se aparte del
furor de su ira, y te dé mercedes, y tenga misericordia de ti, y te
multiplique, como lo juró a tus padres”. Deuteronomio 13:17.
Israel tenía que
conquistar ciudades idólatras, y destruir todos los despojos, considerando todo
lo que había sido contaminado por la idolatría como cosa maldita para ser
quemada con fuego. Ahora, toda clase de pecado tiene que ser tratado de la
misma manera por los cristianos. No tenemos que permitir que quede una
costumbre mala. Ahora tenemos que tomar las armas en contra de pecados de todas
clases y condiciones, sean del cuerpo, del alma, o del espíritu. No
consideramos esta renuncia del pecado como si mereciera misericordia, sino como
un fruto de la gracia de Dios, que de ninguna manera debemos perder.
Cuando Dios hace que no
tengamos misericordia de nuestros pecados, entonces tiene grande misericordia
de nosotros. Cuando estamos enojados con la maldad, Dios no se enoja ya con
nosotros. Cuando multiplicamos nuestros esfuerzos en contra de la iniquidad, el
Señor multiplica nuestras bendiciones. El camino de paz, de progreso, de
seguridad y de gozo en Cristo Jesús, se hallará siguiendo estas palabras: “No
se pegará algo a tu mano del anatema”. Señor, purifícame en este día. La
compasión, la prosperidad, el adelanto y el gozo, ciertamente serán dados a los
que dejan el pecado con una solemne determinación.
FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe –
Charles H. Spurgeon.
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