"...He acabado la obra
que me diste que hiciera", Juan 17:4
La muerte de Jesucristo es el cumplimiento histórico de lo que había en la mente misma de Dios. No cabe la posibilidad de considerar a Jesucristo como un mártir. Su muerte no fue algo que le sucedió y que se hubiera podido evitar. Su muerte fue la razón fundamental por la que Él vino.
Nunca fundamentes tu predicación del perdón en el hecho de que Dios es nuestro Padre y nos ama. Eso contradice la verdad revelada de Dios en Jesucristo, vuelve la cruz innecesaria y la redención demasiada ostentosa porque pierde su importancia. Dios perdona el pecado solamente por causa de la muerte de Cristo. Él no podía perdonarnos de ninguna otra manera, sino mediante la muerte de su Hijo. Jesús es exaltado como Salvador por causa de su muerte.... "Pero vemos... a, Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte", Hebreos 2:9. La mayor nota de victoria que jamás haya sonado en los oídos de un universo sobresaltado fue la que emitió la cruz de Cristo: "¡Consumado es!..." Esa es la última palabra en la redención de un hombre.
Cualquier cosa que rebaje o distorsione la santidad de Dios debido a una falsa visión de su amor, contradice la verdad divina que fue revelada por medio de Jesús. Nunca aceptes el pensamiento de que Jesucristo está a nuestro favor y en contra de Dios, debido a su piedad y compasión; o que se hizo maldición por lástima hacia nosotros. Jesucristo asumió nuestra maldición por decreto divino. Nuestra parte para poder descubrir el extraordinario significado de su maldición es la convicción de pecado que recibimos como un don que nos avergüenza y guía al arrepentimiento. Esta es la gran misericordia de Dios. Jesucristo odia el pecado en el ser humano y el Calvario indica el nivel de su odio.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
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