"El agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna", Juan 4:14
El cuadro que nuestro Señor nos presenta no es el de un simple arroyo, sino el de una fuente desbordante.
Continúa llenándote y la dulzura de esta relación vital con Jesús fluirá de ti tan generosamente como te ha sido dada. Si hallas que tu vida no está fluyendo como debiera, tú eres el culpable. Algo está obstruyendo la corriente. ¿Te dijo Jesús que permanecieras en la fuente para que fueras bendecido en un nivel personal? No, sino que de ti brotarán ríos de agua viva, una vida que no se puede reprimir.
Debemos ser fuentes a través de las cuales Jesús pueda fluir como ríos de agua viva, llevando bendición a todo el mundo. Sin embargo, algunos de nosotros somos como el mar Muerto: Siempre recibimos, pero nunca damos, porque nuestra relación con el Señor Jesús no es correcta. Con la misma seguridad con que nos llegan sus bendiciones, Él las derramará por medio de nosotros.
Sin embargo, cuando las bendiciones no salen en la misma medida que las recibimos, nuestra relación con Él es defectuosa. ¿Hay algo que se interpone entre Jesucristo y tú? ¿Algo que obstaculiza tu fe en Él? Si no hay nada, Jesús dice que de ti brotarán ríos de agua viva. No es una bendición que pasas a otros, ni tampoco una experiencia que compartes con otros, sino un río que fluye de manera continua a través de ti.
Mantente unido a la Fuente, cuidando bien tu fe y tu relación con Jesucristo y habrá un continuo fluir para otras vidas, sin ninguna sequedad ni falta de vida.
¿Es exagerado decir que de un solo creyente brotarán ríos? ¿Cuando te miras a ti mismo, no los ves?
Nunca te mires desde la perspectiva de quien eres tú. En la historia de la obra de Dios siempre encontrarás que Él empezó con los anónimos, los desconocidos e ignorados, pero que eran incondicionalmente fieles a Jesucristo.
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