"... Y Jesús alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído", Juan 11:41
Cuando el Hijo de Dios ora, sólo está atento a su Padre y Él siempre escucha sus oraciones. Si el Hijo de Dios se está formando en mí, el Padre siempre escuchará las mías. Pero yo tengo que ver que el Hijo de Dios se manifieste en mi carne humana. "...Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo", 1 Corintios 6:19, es decir, tu cuerpo es el Belén del Hijo de Dios. ¿Le estoy dando la oportunidad de que obre en mí?
¿La franca sencillez de la vida de Jesucristo se está manifestando exactamente como ocurrió mientras estuvo aquí en la tierra? Cuando entro en contacto con los acontecimientos diarios de la vida como un ser humano común, ¿se ora en mi interior la oración del Hijo Eterno de Dios a su Padre? Jesús dice: "En aquel día pediréis en mi nombre", Juan 16:26. ¿De qué día habla? El día en que el Espíritu Santo vino a mí y me hizo uno con mi Señor.
¿Se está satisfaciendo el Señor Jesucristo de la plenitud en tu vida, o caminas con orgullo espiritual delante de Él? Nunca dejes que el sentido común se haga tan prominente y vigoroso que empuje al Hijo de Dios a un lado. El sentido común es un don que Dios le dio a la naturaleza humana, pero no es el don de su Hijo. El sentido sobrenatural es el don de su Hijo. Nunca entronices al sentido común. El Hijo siempre reconoce al Padre y se identifica con Él, el sentido común jamás lo ha hecho ni lo hará.
Nuestras capacidades ordinarias nunca adoran a Dios, a menos que el Hijo que mora en nosotros las transforme. Tenemos que asegurarnos de que nuestra carne humana se mantenga en perfecta sujeción a Él y que Él obre a través de ella en todo momento. ¿Estamos viviendo en tal dependencia humana de Jesucristo que su vida se está manifestando en nosotros, momento a momento?
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
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