"¿Porqué teméis,
hombres de poca fe?", Mateo8:26
Cuando tenemos temor lo único que podemos hacer es orar a Dios. Pero nuestro Señor tiene el derecho de esperar que los que invocan su nombre confíen en Él con entendimiento. Dios espera de sus hijos tal confianza en Él, que en cualquier crisis sean ellos en quienes se puede confiar. Sin embargo, nuestra confianza llega hasta cierto punto; luego nos volvemos a las oraciones elementales de pánico de quienes no lo conocen. Nos desesperamos, demostrando que no tenemos la menor confianza en Él o en su control soberano sobre el mundo. Nos parece que está dormido y sólo vemos gigantescas y espumeantes olas en el mar.
“¡Hombres de poca fe!” ¡Cómo sería el dolor que traspasó a los discípulos! “¡Volvimos a fallar!” Y cómo serán las punzadas de dolor en nosotros cuando repetidamente nos demos cuenta de que el corazón de Jesús se hubiera gozado a plenitud, si hubiéramos permanecido absolutamente confiados en Él, sin importar lo que estuviéramos enfrentando.
Hay épocas en la vida cuando no se presentan tormentas ni crisis y damos lo mejor de nosotros en términos humanos. Pero cuando surge la crisis, instantáneamente vamos a revelar en quién confiamos. Si hemos estado aprendiendo a adorar a Dios y a confiar en Él, la crisis revelará que podemos llegar hasta el límite, sin que se quebrante nuestra confianza en Él.
Hemos estado hablando mucho acerca de la santificación, pero, ¿cuáles son sus resultados en nuestra vida? Nos llevará a descansar en Dios, lo cual significa una total unidad con Él. Y esta unidad nos hará no sólo sin culpa delante de Él, sino que también le producirá un profundo gozo.
Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.
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