“¿Por qué dormís? Levantaos y orad, que no entréis en tentación”. Lucas 22:46.
¿CUANDO el cristiano está más propenso a dormir? ¿No es cuando sus recursos temporales abundan? ¿No has comprobado esto? Cuando tenías dificultades diarias para llevar al trono de la gracia, ¿no eras más vigilante de lo que eres ahora? Son los caminos llanos los que producen viajeros soñolientos. Otra ocasión en que el cristiano puede hallarse en peligro es cuando en los asuntos espirituales todo le va bien. Cristiano, dice Bunyan, no se echó a dormir cuando los leones estaban en el camino o cuando cruzaba el río o cuando luchaba con Apollyón; pero, cuando trepó hasta la mitad de la subida del collado Dificultad y llegó a un agradable cenador, donde se sentó a descansar, en seguida cayó dormido, con lo que, después, experimentó tristeza y pérdida. El encantado paraje era un lugar de brisas balsámicas, cargadas de fragantes perfumes y de encantos, todo lo cual tendía a adormecer a los peregrinos. Recuerda la descripción de Bunyan: “Entonces llegaron a un cómodo cenador que proporcionaba mucho descanso a los fatigados peregrinos, el cual estaba primorosamente trabajado en la parte superior, embellecido con legumbres y provisto de bancos. Tenía también un lecho donde el cansado podía recostarse”. “El cenador era llamado el Amigo del Perezoso y fue construido con el propósito de seducir, si fuese posible, a alguno de los peregrinos para que, cuando se sintiese fatigado, descansase allí”. Lector, está seguro de esto: es en los lugares cómodos donde los hombres cierran sus ojos y vagan por la visionaria tierra de la negligencia. El anciano Erskine dice sabiamente: “Quiero más bien un diablo rugiente que un diablo durmiente”. La tentación más peligrosa está en no ser probado. El alma angustiada no duerme; es, más bien, después de entrar en una posición de tranquila confianza o de absoluta seguridad, cuando el alma está en peligro de dormitar. Los discípulos quedaron dormidos después de ver a Jesús transfigurado. Ten cuidado, alegre cristiano, pues las situaciones favorables son causa de inmediata tentación. Vive alegre como quieras, pero vela sin cesar.
Charles Haddon Spurgeon.
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