“A fin de que no sirvamos más al pecado”. Romanos 6:6.
CRISTIANO, ¿qué tienes que ver ya con el pecado? ¿No te ha costado suficiente ya? Niño que te has quemado, ¿deseas jugar otra vez con el fuego? ¡Qué!, habiendo estado ya entre las quijadas del león, ¿entrarás otra vez en su caverna? ¿No conoces bastante de la antigua serpiente? ¿No envenenó ella una vez todas tus venas? ¿Y tú vas a jugar sobre la guarida del basilisco? ¡Oh, no seas tan loco, tan necio! ¿Te dio el pecado alguna vez un placer real? ¿Hallaste en él verdadera satisfacción? Si es así, vuela a tu antigua faena, y ponte otra vez la cadena, si ella te da placer. Pero, ya que el pecado nunca te dio lo que te prometió, sino te engañó con mentira, no caigas otra vez en la trampa del viejo cazador. Sé libre, y que el recuerdo de tu antigua esclavitud te impida entrar en la red otra vez. El pecado es contrario a los designios del amor eterno, los cuales tienen por objeto tu pureza y santidad. Por lo tanto, no vayas contra los propósitos del Señor. Este otro pensamiento debiera impedirte pecar. Los cristianos nunca pecan porque sí; pues pagaron un costoso precio por su iniquidad. La transgresión destruye la paz del espíritu, debilita la comunión con Jesús, impide la oración, trae tinieblas sobre el alma. Por lo tanto, no seas el siervo ni el esclavo del pecado. Hay todavía un argumento mayor. Toda vez que “sirves al pecado”, crucificas de nuevo al Señor, y lo expones a la vergüenza. ¿Puedes pensar esto? ¡Oh, si has caído hoy en algún pecado particular, el Señor te envía, quizás, esta admonición esta noche para hacerte volver antes que te alejes del todo! Vuelve de nuevo a Jesús; él te sigue amando, su gracia es siempre la misma. Ven a sus pies con lágrimas de arrepentimiento, y otra vez serás recibido en su corazón. Serás otra vez puesto sobre una roca y tu vida será restablecida.
Charles Haddon Spurgeon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario