“Cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles”. Marcos 8:38.
SI hemos sido partícipes con Jesús en la afrenta, lo seremos también en el esplendor que lo rodeará cuando venga de nuevo en gloria. ¿Eres tú, amado, uno con Cristo Jesús? ¿Te liga a él una unión vital? Entonces hoy estás con él en la afrenta; has tomado su cruz y sales con él fuera del real llevando su vituperio. Sin duda, tú estarás con él cuando la cruz sea cambiada por la corona. Júzgate a ti mismo esta noche, pues si tú no estás con él en la regeneración, tampoco estarás con él cuando venga en su gloria. Si te apartas del lado obscuro de la comunión, no entenderás su brillante y feliz período cuando el Rey venga y todos sus santos ángeles con él. ¡Qué!, ¿ángeles con él? Sin embargo, “él no tomó a los ángeles, sino a la simiente de Abraham tomó”. ¿Los santos ángeles están con él? Ven, alma mía, si tú, en verdad, eres su amada, no puedes estar lejos de él. Si sus amigos y vecinos son llamados repetidamente a ver su gloria, ¿qué piensas tú que estás desposada con él? ¿Estarás alejada? Aunque sea este un día de juicio, sin embargo, no es posible que estés lejos de aquel corazón que, habiendo admitido en su intimidad a los ángeles, te ha admitido también a ti en la misma relación. ¿No te ha dicho él, ¡oh! alma mía, “Yo te desposaré en justicia, y juicio, y misericordia”? ¿No han dicho sus propios labios “Yo te desposaré y mi placer está en ti”? Si los ángeles, que son sólo amigos y vecinos, estarán con él, es también muy cierto que su amada Hephzibah, en quien está todo su placer, estará junto a él y se sentará a su diestra. Aquí hay una estrella matutina de esperanza para ti, de tan marcada brillantez, que bien puede iluminar la más oscura y desolada experiencia.
Charles Haddon Spurgeon.
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