“El Hijo del Hombre”. Juan 3:13.
¡CUAN constantemente nuestro Maestro usa el título “Hijo del Hombre”! Si él hubiese querido, podría siempre haber hablado de sí mismo como el Hijo de Dios, el Padre Eterno, Admirable, el Consejero, el Príncipe de la Paz. Pero, ¡he aquí la humildad de Jesús! El prefiere llamarse el Hijo del Hombre. Aprendamos de nuestro Salvador una lección de humildad. No ambicionemos nunca grandes títulos ni grados presuntuosos. Hay aquí, sin embargo, un pensamiento más hermoso. Tanto ama Jesús la naturaleza humana que se complace en honrarla; y ya que es un alto honor y, en realidad, la más grande dignidad de la naturaleza humana que Jesús sea el Hijo del Hombre, Jesús suele poner de manifiesto este nombre para prender –por así decirlo- regias estrellas en el pecho de la naturaleza humana y mostrar el amor de Dios a la simiente de Abraham. Hijo del Hombre. Siempre que él pronuncia esta palabra coloca una aureola en torno de la cabeza de los hijos de Adán. Sin embargo, hay quizás aún, un pensamiento más precioso. Jesucristo se llama a sí mismo el Hijo del Hombre para expresar su unidad y simpatía con su pueblo. El nos recuerda así que él es uno a quien podemos acercarnos sin temor. Como hombre que es, podemos llevarle todos nuestros pesares y aflicciones, pues él los conoce por experiencia. Porque él mismo ha sufrido como el “Hijo del Hombre” es poderoso para socorrernos y confortarnos. ¡Salve, bendito Jesús! Es para nosotros una querida demostración de tu gracia, de tu humildad y de tu amor el que tú siempre emplees el dulce nombre que manifiesta que tú eres un hermano y un pariente cercano:
Un amigo hay más que hermano
Cristo el Señor;
Quien llevó en el cuerpo humano
Nuestro dolor.
Este amigo moribundo,
Padeciendo por el mundo
Demostró su amor profundo:
¡Dadle loor!
Charles Haddon Spurgeon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario