“¿De quién eres tú?”. 1 Samuel 30:13.
EN religión no puede haber neutralidad. O militamos bajo la bandera del Príncipe Emmanuel, sirviéndolo y luchando a su lado o somos vasallos del funesto príncipe Satán. “¿De quién eres tú?”. Lector, permíteme ayudarte a responder esta pregunta. ¿Has nacido de nuevo? Si así es, perteneces a Cristo; de lo contrario, no puedes ser suyo. ¿En quién confías? Porque los que confían en Jesús son los hijos de Dios. ¿La obra de quién estás haciendo? ¿Estás seguro de servir a tu Maestro?, porque aquel a quien sirves tiene derecho a ser tu Señor. ¿Qué amistad cultivas? Si perteneces a Jesús, fraternizarás con los que visten la librea de la cruz. ¿De qué clase es tu conversación? ¿Es celestial o terrenal? ¿Qué has aprendido de tu Maestro? Porque los siervos aprenden mucho de los amos de quienes dependen. Si has estado en comunión con Jesús, será dicho de ti lo que se dijo de Pedro y de Juan: “Los conocían que habían estado con Jesús”. Insistimos en la pregunta: “¿A quién perteneces?”. Responde honestamente antes de dormir. Si tú no eres de Cristo, estás en miserable esclavitud. ¡Huye de tu cruel amo! Entra en el servicio del Señor de amor y gozarás de una vida de bendición. Si eres de Cristo, permíteme aconsejarte hacer cuatro cosas. Tú perteneces a Cristo: Obedécelo; que su palabra sea tu ley; que su voluntad sea la tuya. Tú perteneces al Amado; ámalo entonces, deja que tu corazón lo abrace; que toda tu alma se llene de él. Tú perteneces al Hijo de Dios, confía en él pues; no reposes en ningún otro sino en él. Tú perteneces al Rey de Reyes, muéstrate entonces decidido a favor de él. Así, sin tener ninguna marca en la frente, todos conocerán a quién perteneces.
Charles Haddon Spurgeon.
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