“Subirá rompedor delante de ellos”. Miqueas 2:13.
EN vista de que Jesús ha ido delante de nosotros, las cosas no permanecen como si él nunca hubiese pasado por aquel camino. El conquistó a todos los enemigos que obstruían el camino. Toma ánimo, medroso soldado, Cristo no sólo ha recorrido el camino, sino ha matado a tus enemigos. ¿Temes al pecado? Él lo clavó en la cruz. ¿Temes a la muerte? Jesús la ha destruido. ¿Temes al infierno? Cristo ha quitado las posibilidades de que tú llegues allí; nunca verás el golfo de perdición. Todos los enemigos del cristiano están vencidos. Hay leones, pero sus dientes están rotos; hay serpientes, pero sus colmillos han sido quitados; hay ríos, pero o tienen puentes o son vadeables; hay fuego, pero tenemos un incomparable vestido que nos hace invulnerables. La espada que fue forjada contra nosotros ya está embotada; los instrumentos de guerra que el enemigo está preparando, ya perdieron su eficacia. En la persona de Cristo, Dios ha quitado todo lo que nos puede dañar. Así que, el ejército puede marchar seguro, y tú puedes, con gozo, seguir tu camino, pues todos los enemigos fueron vencidos de antemano. Lo único que tienes que hacer es tomar el despojo. Los enemigos están derrotados y vencidos; todo lo que tú tienes que hacer es dividir el despojo. Tú, es verdad, tendrás frecuentemente que entrar en combate, pero pelearás con un enemigo derrotado. Su cabeza está rota; él quizá intente dañarte, pero sus fuerzas no serán suficientes para conseguirlo. Tu victoria será fácil y tu riqueza será incalculable.
Nuestro Caudillo salió victorioso,
En el Calvario su triunfo se ve;
Todos sigamos al Jefe glorioso;
Nuestra mirada en su cruz fija esté.
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