Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Lucas 16:13.
Ay, hombre inmundo,
¿cómo puedes soñar con la salvación cuando estás lleno de suciedad? ¿Qué? ¡Tú y
tu ramera, miembros de Cristo! Ay, no conoces a mi puro y santo Salvador. Él
recibe a los pecadores, pero rechaza a los que se deleitan en sus iniquidades.
Para ser limpio de la culpa del pecado tienes que dejar de ser indulgente ante
él. No puedes continuar en tus transgresiones y mantener tu salvación, esta es
una presuposición licenciosa. Cristo vino para salvarnos de nuestros pecados,
no para que estemos seguros mientras hacemos lo malo. La sangre que lava
nuestras manchas también trae como consecuencia odio hacia aquellas cosas que
provocaron esas manchas. Si no rechazamos el pecado, no recibiremos la
salvación.
Ahora hablo con mucha
franqueza sobre este tema, pero aquí hay algunos de corazón puro que no saben
bien cuán claro debemos hablar para despertar ciertas conciencias, pues siento
vergüenza al ver que año tras año algunos se deleitan en un pecado oculto y, no
obstante, asisten con frecuencia a la casa de Dios. Tú pensarías al verlos allí
que están convertidos o que pronto lo estarán pero, si los siguieras hasta su
casa, te asombrarías de lo que verías. Ay, amantes del pecado, no se engañen a
sí mismos pues, con toda seguridad, cosecharán lo que siembren. ¿Cómo puede
reinar la gracia en ustedes si son esclavos de sus propias pasiones? ¿Cómo es
posible, mientras estén anclados a un pecado oculto, que sean renacidos
mediante la gracia a un estado de seguridad? Si no abandonas tu pecado, puedes
abandonar toda esperanza de ir al cielo; si insistes en tu pecado, el infierno
te atrapará para siempre. Quiera Dios librarnos a todos del amor al pecado,
porque tal liberación es la salvación.
A través de la Biblia en un año: Jeremías 21-24
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