¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae
buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del
que proclama la salvación, del que dice a Sión: «Tu Dios reina»! Isaías 52:7.
Creo que la mejor forma
de defender el evangelio es esparcirlo. Muchos eruditos defienden el evangelio;
no hay duda de que esto es algo muy loable y correcto, pero siempre he notado
que cuantos más libros hay de ese tipo, menos se predica el evangelio en sí
mismo. Imagínate que un grupo de personas creyera que tiene que defender a un
león, ¡al rey de la selva! Allí está en su jaula, y aquí vienen todos los
soldados del ejército a pelear por él. Bueno, yo les sugeriría, si no tienen
objeción ni piensan que los estoy humillando, que lo que deben hacer es abrir
la jaula y apartarse ¡para que salga el león! Creo que esa sería la mejor forma
de defenderlo, porque él cuidará de sí mismo. La mejor «defensa» del evangelio
es dejarlo libre. No te preocupes por defender Deuteronomio o todo el
Pentateuco. Predica a Jesucristo y a este crucificado. Deja que el León salga,
y verás quién se atreve a acercarse a él. El León de la tribu de Judá pronto
vencerá a todos sus adversarios.
A través de la Biblia en un año: 1 Pedro 3-5
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