Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, llamado para que,
mediante la fe, los elegidos de Dios lleguen a conocer la verdadera religión.
Tito 1:1.
En las Escrituras hay
una doctrina que proviene del Padre en particular. Es la doctrina de la
elección. El Padre nos ha elegido para que seamos su pueblo. En las Escrituras,
por todas partes, esto se señala como la obra de la primera persona de la
bendita Trinidad: elegir para sí mismo un pueblo que viva para alabar su
gloria. Ahora bien, hay muchos que quieren entender esta doctrina. He conocido
a muchos inconversos que quieren entenderla. Con frecuencia recibo cartas de
personas que no la comprenden. Dicen que sentirían paz si lograran entender esa
doctrina. Pero si esta noche hay algunos de ellos aquí, les hablaré. Tú no
puedes entender la elección, no puedes llegar al Padre por un camino recto
desde donde estás. Solo lee la señal: «Nadie llega al Padre sino por mí
(Jesús)» (Juan 14:6). Entonces, si quieres entender la elección, comienza con
la redención. Nunca entenderás la elección eterna si no comienzas en la cruz.
Empieza con esto: «en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo,
no tomándole en cuenta sus pecados» (2 Corintios 5:19).
Sería algo raro que
nuestros hijos insistieran en ir a la universidad antes de ir al colegio. Sería
algo extraño si un hombre tomara su Biblia y comenzara a leerla de atrás hacia
delante y leyera primero el Apocalipsis, y si todos los hombres pronunciaran la
oración del Señor comenzando por el «Amén» y así siguieran hasta llegar al
«Padre Nuestro». Sin embargo, algunos insisten en esto. Les fascina el misterio
de la soberanía y la elección y se sienten obligados a comenzar por ello. No
existe otro camino a la elección que no sea la redención.
A través de la Biblia en un año: Isaías 61-63
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