Y ahora, queridos hijos, permanezcamos en él para que, cuando se
manifieste, podamos presentarnos ante él confiadamente, seguros de no ser
avergonzados en su venida. 1 Juan 2:28.
Cuando la ley de Dios nos
dice: «No harás», está colocando una señal de peligro que nos advierte acerca
de los lugares peligrosos. Y cuando dice: «Esto harás», está señalándonos el
camino mejor y más seguro. No hay nada en la ley de Dios que te prive de la
felicidad; solo te prohíbe lo que te causará dolor. Sabemos que es así y por
eso nos detenemos e inclinamos nuestro rostro y lamentamos haber sido tan
tontos como para cometer esa transgresión, tan malvados en nuestra obstinación
suicida como para hacer aquello que Dios odia y que tanto nos daña.
Recuerden que les estoy
hablando a aquellos de ustedes que son salvos, a aquellos cuyos pecados han
sido perdonados. En lo profundo de mi corazón puedo escuchar al resto decir:
«¿No nos dejarás unirnos contigo en el arrepentimiento para también ser
perdonados?» Bendito seas, sí, sí, Dios te ayudará a unirte a nosotros y si lo
haces, también encontrarás el perdón porque ¡el perdón viene por el
arrepentimiento!
Amados, mientras más
amen a su Señor, más odiarán el pecado. Si con frecuencia te sientas a su mesa
y metes tu mano en su plato, si reclinas tu cabeza en su pecho así como Juan,
si eres favorecido con la hermandad del Bienamado, sé que a menudo encontrarás
lugares de reposo donde podrás derramar tus lágrimas de amargo arrepentimiento
por haber pecado contra un Salvador como Jesús.
A través de la Biblia en un año: Isaías 25-28
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