No se vuelvan a los ídolos inútiles, ni se hagan dioses de metal
fundido. Yo soy el Señor su Dios. Levítico 19:4.
En todas las épocas,
desde la caída del hombre, ha existido la tendencia en el corazón humano de
olvidarse de Dios y huir de su presencia. La idolatría ha sido el pecado de
todas las naciones, incluyendo el pueblo escogido por Dios, los judíos, e
incluyendo ciertas personas que se llaman cristianas pero se construyen ídolos
de cruces e imágenes. Este principio impuro de no tomar en cuenta a Dios y
poner algo en nuestras mentes entre nosotros y nuestro Creador, se presenta en
todo lugar, en cualquier tipo de pensamiento.
Cuando el hombre
estudia la obra de Dios en la naturaleza, con frecuencia coloca un velo para tapar
al Creador. Ya que Dios actúa de una manera determinada, llaman a esa forma de
actuar ley, y luego hablan de esas leyes como si fueran fuerzas o poderes de
ellos y sobre ellos, y así echan a Dios de su propio universo permitiendo que
los ídolos del mundo científico llamados «leyes naturales» ocupen su lugar.
En el campo de la
providencia encontrarás personas que, en vez de buscar la mano de Dios en todas
las cosas, buscan causas secundarias, buscan causas de prosperidad y se sienten
desanimados si no las encuentran, o ven los motivos de aflicción y se enojan
contra ellos, en vez de inclinarse ante el Dios que los ha usado para
corregirlos. Es fácil crear ídolos de causas secundarias y olvidar al Dios que
está presente en todas partes, causando que todas las cosas ayuden a bien. Es
muy triste que este principio malvado se introduzca en la iglesia; sin embargo,
es bien difícil de eliminar. Puedes cerrar todas las puertas tan rápido como
quieras, pero los fabricantes de ídolos entrarán con sus instrumentos.
A través de la Biblia en un año: Isaías 9-12
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