Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de
nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba soportó la cruz, menospreciando
la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono
de Dios. Hebreos 12:2.
Por supuesto que el
camino más fácil es convertirse en monje y vivir una tranquila vida en un
claustro y servir a Dios sin hacer nada; o hacerse monja, vivir en un convento
y pretender ganar las luchas de la vida huyendo de ellas. ¿No es esto absurdo?
Ustedes, las mujeres y los hombres cristianos, deben permanecer firmes y vivir
para Jesús en el lugar donde la providencia de Dios los haya puesto. Si tu
llamado no es un llamado a pecar, y tus alrededores no representan una
tentación demasiado grande para ti, mantente firme y nunca pienses en rendirte.
Si tu carga es pesada, considérala como la cruz de Cristo para ti e inclina tu
espalda para cargarla. Puede ser que al principio te duela el hombro, pero con
el tiempo te harás más fuerte, porque como tus días serán tus fuerzas: «Bueno
es que el hombre aprenda a llevar el yugo desde su juventud» (Lamentaciones 3:27),
pero es bueno para el hombre llevar su cruz tanto en la edad madura como en su
juventud, de hecho, nunca debemos rechazar tan bendita carga. Como las alas
para el ave y las velas para el barco, así es la cruz para el espíritu del
hombre cuando acepta llevarla como la preciosa carga de su vida. Ahora bien,
Simón, ¿dónde estás tú? ¡Hombre, carga la cruz en el nombre de Dios!
A través de la Biblia en un año: Salmos 95-98
No hay comentarios:
Publicar un comentario