Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene,
que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de
Jesús. Lucas 23:26.
En lo que concierne a
la reconciliación del hombre con Dios, el Señor pisó el lagar a solas, sin
nadie a su lado; pero en lo referente a la conversión del mundo y su rescate
del poder del error y la maldad, Cristo no está solo. Nosotros somos obreros
junto con Jesús. Estamos en las manos de Dios para compartir los dolores y el
trabajo por medio de los cuales él libera a los hombres de las ataduras del
pecado y Satanás, y los trae a la libertad de la verdad y la justicia. Por lo
tanto, es importante el hecho de que para llevar la cruz, aunque no para morir
en ella, fuera necesaria la presencia de uno que estuviera cerca de Jesús.
Llevar la cruz detrás de Jesús es la ocupación de la persona fiel. Simón de
Cirene representa a toda la iglesia de Dios y a cada creyente en particular.
Con frecuencia, Jesús había dicho: «El que no toma mi cruz y me sigue, no puede
ser mi discípulo», y ahora por fin se materializa ese sermón en una persona. El
discípulo debe ser como su Maestro: aquel que está dispuesto a seguir al
Crucificado, debe estar dispuesto a llevar él mismo la cruz. Esto lo vemos de
forma práctica en Simón de Cirene, quien llevó la cruz de Jesús sobre sus
hombros.
¿Debe Simón llevar la cruz solo,
Y todos los demás quedarse libres?
No; hay una cruz para cada uno,
Y también hay una cruz para mí.
A través de la Biblia en un año: Salmos 91-94
No hay comentarios:
Publicar un comentario