Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño
que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en
el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado
grande en el reino de los cielos. Mateo 5:19.
En la actualidad, ya
que existen tan pocas madres y abuelas cristianas, la iglesia ha considerado
que es sabio suplementar la enseñanza hogareña a los niños bajo sus alas. Esta
recibe bajo su cuidado maternal a aquellos niños cuyos padres no son
cristianos. Considero esa una tarea bendita. Me siento muy agradecido por los
muchos hermanos y hermanas que se dedican a enseñar en la Escuela Dominical y
también durante algunas noches de la semana, a los niños de otros, quienes, con
el tiempo, serán como sus propios hijos. Dichos maestros asumen los deberes de
padre y madre, por amor al Señor, para con aquellos niños que están descuidados
en su propio hogar. Los padres cristianos no pueden pensar que el objetivo de
la Escuela Dominical es liberarlos de sus responsabilidades como padres. Lo
primero y lo más natural que deben hacer los padres cristianos es instruir a
sus hijos en el camino y el temor del Señor. No obstante, es un trabajo
meritorio asumir el deber de enseñar a los niños de otros, cuando los
responsables naturales no lo han asumido. El Señor Jesús mira con placer a
quienes alimentan sus corderitos y nutren a sus bebés, porque no es su voluntad
que ninguno de estos se pierda. Adelante, hombres y mujeres temerosos de Dios,
santifíquense en este gozoso acto de servicio.
A través de la Biblia en un año: Salmos 140-143
No hay comentarios:
Publicar un comentario