Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven
esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la
gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de
toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han
causado muchísimos sinsabores. 1 Timoteo 6:9-10.
Oh, cristiano, si te
mantienes en el camino del Rey estarás seguro, pero hay callejones y curvas que
no debes tomar, si lo haces, tú serás el responsable. Hay cientos y temo que
hasta miles de miembros de iglesias que dicen que son el pueblo de Dios y, sin
embargo, parecen vivir por completo dentro del mundo. Su objetivo principal es
hacer dinero y lograr su realización personal, tal como sucede con todos los
hombres impíos. El reino de Cristo, las necesidades de su iglesia, los
sufrimientos de las almas que perecen, ocupan un lugar muy pequeño en sus
corazones; viven por completo para sí mismos, solo que intentan esconderlo bajo
el pretexto de que tienen que proveer para sus familias. «Busquen primeramente
el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas» es un
texto acerca del cual necesitamos predicar a los que profesan ser cristianos en
Londres y en todo el mundo.
Muchos toman el camino
del orgullo. Ser grandes, famosos, estimados, tener una elevada reputación,
para eso es que viven. Creo que en este mundo no existe ningún estado de vida
superior que el que Dios ha dado a todo aquel que cree en el Señor Jesucristo.
A través de la Biblia en un año: 2
Crónicas 25-28
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