Nada me produce más alegría que oír que mis hijos practican la
verdad. 3 Juan 4.
He tenido días muy
felices en mi vida, pero mis momentos más felices han sido como uno que tuve la
semana pasada. Saludé a alrededor de cien personas que se dirigían a mí como su
padre espiritual. Daba la impresión que para ellos era algo grandioso tocar mi
mano, mientras yo, con lágrimas en mis ojos al ver a cada uno de ellos, me
sentía como si estuviera en el cielo, porque nunca antes había visto a esas
personas. Quizá algunos de ellos estuvieron en esta casa en algún momento, o
tal vez yo fui de pueblo en pueblo y los encontré a las puertas de sus casas
donde me detenían para decirme «de cuánta bendición ha sido ese sermón para mí»
y «mi padre leyó sus sermones y murió en paz luego de haberlos leído» también:
«Bien pudiera haber muerto de dicha porque esta es la felicidad más grande que
podemos tener en la tierra». Busca a los pecadores, mi hermano, busca su
conversión con toda tu alma y corazón. Si ustedes son de los hombres y mujeres
felices que cantan la canción más dulce que puede cantarse en esta tierra, «que
sea una alabanza a nuestro Dios», no tan solo a tu Dios, sino también al Dios
de aquellos que, en su infinita misericordia, él te permita traer a los pies de
tu mismo amado Salvador.
A través de la Biblia en un año: 2
Crónicas 1-4
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