El Señor no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace
en la agilidad del hombre, sino que se complace en los que le temen, en los que
confían en su gran amor. Salmo 147:10-11.
Es bueno ser sabio y
estudioso, y mientras más puedas cultivar tu mente, mejor: pero recuerda las
palabras del apóstol: «No muchos de ustedes son sabios, según criterios
meramente humanos; ni son muchos los poderosos ni muchos los de noble cuna» (1
Corintios 1:26). Con frecuencia, la sabiduría que proviene solo de la mente
natural puede convertirse en escamas para el ojo espiritual, al esconder del
alma la visión bendita que es la única que la puede salvar. Es cierto, tanto en
el aspecto mental como en el físico, que el Señor no se complace en ninguna de
las facultades que el hombre posee si está destituido de la guía de Dios.
Otra cosa en la que el
Señor no se complace es la llamada auto suficiencia, de la que tanto se
habla en la actualidad. Esta es solo otra forma de «los bríos del caballo» y de
«la agilidad del hombre». Algunos hombres se sienten orgullosos de decir que se
formaron a sí mismos, ¡y por lo general observo que adoran a su creador! Al
creer que se han formado a sí mismos, son devotos de sí mismos; pero un hombre
que se formó a sí mismo está mal formado. Aquello que proviene del hombre no es
más que una corriente contaminada de una fuente impura; de la maldad nace la
maldad, y una naturaleza depravada da lugar a la depravación. Es solo cuando
Dios nos hace nuevas criaturas en Cristo Jesús que nos sentimos felices de ser
criaturas, y a él debemos dar toda la gloria. Es necio adorar a un dios de
madera o de piedra; del mismo modo es necio adorar a un dios de carne y es aun
más necio cuando ese dios eres tú mismo.
A través de la Biblia en un año: 1
Timoteo 1-2
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