Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que
también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
Tito 1:9.
La autoridad exclusiva
de Cristo debe mantenerse de manera rigurosa en todo aspecto, pero las iglesias
son muy dadas a dejarse guiar por algo más. Algunos quisieran que nos dejemos
guiar por los resultados. Hemos escuchado una discusión sobre el asunto de si
debemos o no continuar con operaciones misioneras, ¡ya que hay tan pocos
convertidos! ¿Cómo puede siquiera surgir la pregunta cuando el mandato del
Maestro dice así: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura» (Marcos 16:15). Ese mandato, pronunciado en boca de Jesús, nuestro
soberano, sigue vigente y los resultados de las misiones no pueden tener
efecto, de una manera u otra, sobre las mentes leales en cuanto a su manera de
proceder. Si a partir de este día y durante los próximos diez mil años ni una
sola alma se convierte a Dios mediante las misiones extranjeras, si todavía
quedara una iglesia de Cristo, sería su deber enviar con creciente vigor a sus
hijos al campo misionero porque su deber no se mide por los resultados sino por
la autoridad imperial de Cristo.
Pero se nos dice que
los descubrimientos de la ciencia han afectado la creencia y por lo tanto,
debemos cambiar nuestra forma según cambie la filosofía. Todavía tenemos el
mismo rey, las mismas leyes, las mismas enseñanzas de la Palabra y debemos
presentar su enseñanza de la misma manera y en el mismo espíritu. Si hacemos
esto, si cualquier iglesia hace esto, es decir, tomar su verdad de los labios
de Jesús y vivir acorde a su Palabra y salir en su nombre, tal iglesia no puede
fracasar de ninguna manera, porque el fracaso de tal iglesia sería el fracaso
de la misma autoridad del Maestro.
A través de la Biblia en un año: 1
Crónicas 9-12
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