Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por
todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales
yo soy el primero. Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a
fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su
infinita bondad. Así vengo a ser ejemplo para los que, creyendo en él,
recibirán la vida eterna. 1 Timoteo 1:15-16.
Sí, amados, cuando les
rogamos que se reconcilien con Dios, no nos damos ningún aire, como si fuéramos
superiores a ustedes por naturaleza o hubiéramos sido superiores en nuestra
pasada manera de vivir antes de la conversión. No, más bien somos huesos de sus
huesos y carne de su carne. ¿Ustedes son pecadores? También lo fuimos. ¿Están
rebeldes para con Dios? Nosotros también lo fuimos. ¿Están endurecidos sus
corazones? Así lo estaban los nuestros. No los miramos desde una elevada
plataforma de dignidad fingida, porque reconocemos nuestra propia naturaleza en
la de ustedes; por lo tanto, venimos a ustedes como compañeros en el pecado y a
pesar de que es algo triste haber pecado alguna vez, nos alegra pensar que podemos
hablarles de un mal que nos ha asediado, el poder que hemos sentido
dolorosamente y que hemos sufrido con arrepentimiento, como aún deben hacer
ustedes. Esperamos que nuestra condición anterior como pecadores e incrédulos
nos haga hablarles con más ternura y nos permita llegar mejor todavía a sus
corazones. Dios pudiera haberles enviado ángeles y quizá ustedes, al principio,
se sintieran impresionados por su gloria, pero sus sermones habrían sido fríos
y poco compasivos en comparación con los nuestros porque ellos no pueden
conocer tu miseria y degradación como la conocemos nosotros.
A través de la Biblia en un año: 1
Tesalonicenses 1-2
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