Les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas
a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea
será condenado». Marcos 16:15-16.
Hermanos, los paganos
están pereciendo, ¿los dejaremos perecer? Su
nombre es blasfemado, ¿guardaremos silencio y nos quedaremos tranquilos? El
honor de Cristo se echa por tierra y sus enemigos profieren injurias contra su
persona y se resisten a su trono; ¿sufriremos esto nosotros sus soldados y no
buscarán nuestras manos el puño de nuestra espada, la espada del Espíritu, que
es la Palabra de Dios? Nuestro Señor demora su venida, ¿empezaremos a dormir o a
comer o a emborracharnos? ¿No debiéramos más bien ceñir los lomos de nuestra
mente y clamar a él: «Ven pronto, Señor Jesús»? Los escépticos burlones de
estos últimos tiempos han dicho que la conquista del mundo para Cristo no es
más que un sueño o un pensamiento ambicioso que pasó por la mente de nuestro
líder pero que nunca se logrará. Algunos sostienen que las supersticiones de
los paganos son demasiado fuertes como para derribarlas con nuestras enseñanzas
y que las fortalezas de Satanás son completamente inexpugnables contra nuestros
ataques. ¿Será así? ¿Nos contentaremos neciamente con quedarnos tranquilos? No,
más bien solucionemos el problema, demostremos que la promesa de Dios es
verdad, demostremos que las palabras de Jesús son palabras sobrias, mostremos
la eficacia de su sangre y la invencibilidad de su Espíritu al salir en
espíritu de fe, enseñando a todas las naciones y ganándolas para la obediencia
de Cristo nuestro Señor.
A través de la Biblia en un año: 2
Reyes 1-4
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