Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: -No se alejen de
Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado: Juan
bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el
Espíritu Santo. Hechos 1:4-5.
Si sientes la necesidad
de clamar a Dios para que te dé el poder de predicar, el poder espiritual, el
poder del Espíritu Santo; si sientes la necesidad de enseñar en la Escuela
Dominical –y no vale la pena que lo hagas a menos que sientas la necesidad de
hacerlo y te han enviado a hacerlo-, entonces ora pidiendo el poder para ganar
las almas de esos queridos hijos para Cristo. Si mañana sientes el llamado a
escribir una carta a un amigo o amiga acerca de su alma, hazlo porque sientes
el llamado a hacerlo, pero ora a Dios para que te muestre cómo hacerlo. Ora
para que él le dé poder a las palabras que pronuncies, para que puedas decir
las palabras correctas e incluso dar el tono correcto a esas palabras. Hasta el
tono de un predicador tiene mucha importancia. «¿Y quién predicará sin ser
enviado?» (Romanos 10:15). Deben estar revestidos de poder divino, pero el
Señor puede vestir hasta a un niño con ese poder, lo ha hecho con frecuencia.
Él puede revestir a una humilde mujer cristiana, que nunca ha hablado en
público, con el poder de ganar almas, con frecuencia lo ha hecho. Primero
aguarda en Jerusalén hasta que seas investido con poder de lo alto, y luego sal
como testigo de Cristo, porque ¿cómo predicarás excepto si te envían?
A través de la Biblia en un año: Jueces
14-17
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