Escrito está: «Creí, y por eso hablé». Con ese mismo espíritu de
fe también nosotros creemos, y por eso hablamos. Pues sabemos que aquel que
resucitó al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros con él y nos llevará
junto con ustedes a su presencia. Todo esto es por el bien de ustedes, para que
la gracia que está alcanzando a más y más personas haga abundar la acción de
gracias para la gloria de Dios. 2 Corintios 4:13-15.
Puedo hablar sobre
asuntos que me confirman el poder de mi Señor y Maestro porque he visto los
triunfos de Cristo. He visto hombres que solían vivir en pecado y borracheras y
se han hecho honestos y sobrios; y he visto mujeres caídas llegar a los pies de
Jesús como penitentes. Desde el principio, lo que ha llegado a ser un largo
ministerio, la carroza del evangelio en la que he montado, ha tenido cautivos
para honrar los triunfos de Cristo. Desde el principio, las multitudes han
decidido dejar el pecado y se han vuelto al Dios viviente, y tengo que creer en
el poder de la gracia divina, no puedo dudarlo. No hay duda alguna, la prueba
de lo que el árbol es se encuentra en el fruto y el fruto es muy abundante.
Pregúntales a los misioneros lo que Cristo ha hecho en los mares del sur, y te
hablarán de islas que una vez estuvieron habitadas por caníbales desnudos,
donde ahora los hombres están vestidos y en sus cabales, sentados a los pies de
Jesús. El mundo entero pulula de trofeos de Cristo y aun pululará más. «Y
nosotros hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para ser el
Salvador del mundo» (1 Juan 4:14) y predicamos con la completa convicción de
que «rebosará la tierra con el conocimiento del Señor como rebosa el mar con
las aguas» (Isaías 11:9).
A través de la Biblia en un año: Jueces
11-13
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