Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de
no caer. 1 Corintios 10:12.
Ahora intentaré
describir el peligro que quiero advertirte. Un hombre cristiano se pasa mucho
tiempo sin ningún problema sobresaliente: tiene a sus hijos con él, su hogar es
feliz, el negocio es extremadamente próspero, de hecho tiene todo lo que el
corazón pudiera desear: cuando mira a su alrededor puede decir como David:
«Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha
correspondido!» (Salmos 16:6). Ahora, el peligro está en que él piense
demasiado en estas cosas secundarias y se diga a sí mismo: «Mi montaña está
firme, jamás seré conmovido». Y luego, aunque el hombre nunca se atrevió a
decirlo con palabras, un sentimiento indistinto avanza lentamente dentro de él,
que no hay necesidad de que él vele tanto como otras personas; estaría seguro
de no caer si fuera tentado. De hecho, se pregunta cómo algunos de sus hermanos
pueden vivir de la manera en que viven, él está seguro de que no podría
hacerlo. Siente que podría luchar con cualquier tentación y salir más que
vencedor. Se ha vuelto tan fuerte que se siente como si fuera un Sansón. Ahora
sabe mucho más de lo que sabía antes y cree que ya está viejo como para caer
como le hubiera sucedido algunos años atrás. «¡Ah!», piensa él, «soy un
cristiano modelo». Él no lo dice así pero eso acecha en su mente. Su corazón
está entorpecido con las cosas terrenales y su mente inflada con la vanagloria.
A través de la Biblia en un año: 1
Samuel 21-24
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