Vengan, pongamos las cosas en claro dice el Señor. ¿Son sus
pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la
púrpura? ¡Quedarán como la lana! ¿Están ustedes dispuestos a obedecer? ¡Comerán
lo mejor de la tierra! ¿Se niegan y se rebelan? ¡Serán devorados por la espada!
El Señor mismo lo ha dicho. Isaías 1:18-20.
Creo que sería sabio de
nuestra parte, criaturas pecadoras que somos, aceptar la conferencia que Dios
propone. De todos modos, no perdemos nada con ello. Si el Señor dice: «Vengan,
pongamos las cosas en claro», él debe tener algún propósito de amor con eso;
por lo tanto, vayamos a nuestro Dios y razonemos con él. Yo invitaría a
cualquier hombre aquí que esté todo deseoso de estar bien con Dios, a que
empiece a pensar en su Dios y en sus propios caminos. De seguro que para
algunos de ustedes llegó la hora de volverse a él, a quien han provocado
durante tanto tiempo. Por ejemplo, ahí está su Libro, ¿lo lees tú? ¿No
testifica en tu contra el polvo que tiene encima? No crees que valga la pena
saber lo que Dios ha revelado en su Palabra. Tratas a tu Hacedor y Amigo como
si sus cartas no merecieran siquiera una hora de lectura; y las dejas
completamente olvidadas. ¿Es así como debiera ser? Si quieres estar bien con
Dios, ¿el primer paso no sería obedecer su mandamiento «Así dice ahora el Señor
Todopoderoso: “Reflexionen sobre su proceder”» (Hageo 1:5)? ¿Y el próximo paso
no debiera ser obedecer esa otra palabra: «Sométete a Dios; ponte en paz con
él, y volverá a ti la prosperidad» (Job 22:21)?
A través de la Biblia en un año: Gálatas
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