Jesús continuó: “Seguramente ustedes me van a citar el
proverbio: ‘¡Médico, cúrate a ti mismo!’”. Lucas 4:23.
Viaja tan rápido como
puedas por una dirección equivocada y no llegarás al lugar que buscas. Vanas
son todas las cosas fuera de Jesús, nuestro Señor.
¿Has visitado al doctor
Ceremonia? Él es, en este momento, el doctor de moda. ¿Te ha dicho que debes
cuidar de formas y reglas? ¿Te ha recetado tantas oraciones y tantos cultos?
¡Ah! Muchos van a él y perseveran en un ciclo de ceremonias religiosas pero,
estas no traen alivio duradero a la conciencia. ¿Has probado con el doctor
Moralidad? Él tiene una amplia clientela y es un buen médico judío viejo. «Sé
bueno en el carácter exterior», dice él, «y esto trabajará en el interior y
limpiará el corazón». Se supone que él y su asistente, el doctor Educación
–quien es casi tan inteligente como su maestro– hayan curado a muchas personas, pero tengo buena
evidencia de que ninguno de los dos, ni juntos ni separados, podrían tratar
alguna vez con una enfermedad interior. Hagas lo que hagas, tus propios
esfuerzos no detendrán la herida de un corazón sangrante. El doctor
Mortificación también tiene una clientela selecta, pero los hombres no se
salvan negándose a sí mismos hasta que antes nieguen su propia justicia. El
doctor Emoción tiene muchos pacientes, pero sus curas rara vez sobreviven a la
puesta del sol. Los espíritus tiernos buscan mucho al doctor Sentimiento, estos
tratan de sentir pena y remordimiento, pero, de hecho, la manera de curarse no
está en ese distrito. Hágase todo lo que se pueda hacer fuera de nuestro
bendito Señor Jesucristo y el alma enferma no mejorará en nada. Puedes probar
remedios humanos durante toda una vida pero el pecado seguirá teniendo el
poder, la culpa seguirá aferrada a la conciencia y el corazón permanecerá tan
duro como siempre.
A través de la Biblia en un año: 2
Corintios 11-13
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