Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan
dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará
cuando se revele Jesucristo. Como hijos obedientes, no se amolden a los malos
deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia. 1 Pedro 1:13-14.
La ignorancia de Cristo
y de las cosas eternas debiera ser detestable para nosotros. Si por medio de la
ignorancia hemos pecado, debiéramos terminar con esa ignorancia. Seremos
estudiantes de su Palabra. Estudiaremos la obra maestra de todas las ciencias,
el conocimiento de Cristo crucificado. Pediremos al Espíritu Santo que aleje de
nosotros la ignorancia que genera el pecado. Que Dios permita que no volvamos a
caer en los pecados de la ignorancia, sino que seamos capaces de decir: «Sé en
quien he creído y por lo tanto, buscaré más conocimiento hasta que comprenda,
junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de
Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento».
Voy a incluir aquí algo
práctico. Si te regocijas por estar perdonado, muestra tu gratitud imitando a
Cristo. Nunca antes hubo una súplica como esta: «Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen». Suplica así por otros. ¿Alguien te ha hecho daño? ¿Hay
personas que te calumnian? Ora esta noche: «Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen». Demos siempre bien por mal, bendición por maldición y cuando se
nos llame a sufrir las maldades de otros, creamos que no actuarían como lo
hacen si no fuera por su ignorancia. Oremos por ellos y hagamos que su
ignorancia sea la súplica por su perdón: «Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen».
A través de la Biblia en un año: Josué
17-20
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