Alrededor de las cinco de la tarde, salió y encontró a otros más
que estaban sin trabajo. Les preguntó: «¿Por qué han estado aquí desocupados
todo el día?» «Porque nadie nos ha contratado», contestaron. Él les dijo:
«Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo». Mateo 20:6-7.
He esperado bastante
por un tiempo favorable, pero recuerdo que Salomón dijo: «Quien vigila al
viento, no siembra; quien contempla las nubes, no cosecha» (Eclesiastés 11:4).
¿Puedo ver aquí a algunos que han sido miembros de la iglesia durante años
aunque todavía no han hecho nada para el Señor? Si has sido un siervo de Dios
durante muchos años y aún realmente no has trabajado por la salvación de las
almas, quiero que ahora sencillamente te digas: «Vamos, realmente tengo que
trabajar en esto». Pronto irás a casa y cuando tu Maestro te diga: «¿Sembraste
algo para mí?», tendrás que responderle: «No, Señor, comí mucho. Fui al
tabernáculo y disfruté los servicios». «Pero, ¿sembraste algo?» «No, Señor,
acaparé mucho; almacené una gran cantidad de la buena semilla». «Pero,
¿sembraste algo?», te volverá a preguntar él y esa será una pregunta terrible
para aquellos que nunca salieron a sembrar.
No sé cuán lejos
estarás yendo, pero que quede escrito para ti hoy: «Los sembradores salieron a
sembrar»; salieron con la determinación de que por el poder del vivo Espíritu
de Dios, aquellos que son redimidos por la sangre preciosa de Jesús darían a
conocer su evangelio a los hijos de los hombres, sembrando esa buena semilla en
cualquier lugar en el que tengan la oportunidad, confiando en Dios para hacer
que la semilla crezca y se multiplique.
A través de la Biblia en un año: Lucas
1-2
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