Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a
todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están
privados de la gloria de Dios. Romanos 3:22-23.
El apóstol dice aquí
que «no hay distinción», no obstante, él no quiere decir que todos los hombres
sean iguales en todos los aspectos. Existen muchas e importantes diferencias
entre los hombres. Sería bastante impropio e injusto decir que no hay
diferencias de carácter incluso entre los hombres no regenerados porque sin
dudas existen muchas variedades y grados de pecadores. Existen algunos que, por
así decirlo, se han vendido para hacer lo malo y hay otros que, al parecer,
guardaron los mandamientos de Dios desde su juventud.
Entonces, existen
diferencias de carácter entre los hombres y, sin dudas, hay diferencias de
disposiciones que se muestran desde muy temprano. Algunos niños resultan
tiernos y dóciles desde un principio, mientras que otros manifiestan una
actitud apasionada y rebelde. Es muy probable que todos conozcamos amigos que
todavía no se han convertido pero que son amables, afectuosos, considerados,
bondadosos, tienen casi todo lo que pudiéramos desear excepto la única cosa
necesaria. ¡Dios quiera que pronto también tengan eso! Qué pena, hay otros cuya
actitud es lo contrario, parecen dispuestos a todo lo que es malo.
Hay un punto en el que
no hay diferencias y es que «todos han pecado». Todos hemos perdido el derecho
de reclamar justicia propia, todos debemos ser hechos justos mediante la
atribución de la justicia de Cristo y todos los que tengan esa justicia deben
creer en el Señor Jesucristo, porque hay un camino de salvación, y sólo uno, y
no importa cualquier otra diferencia que pudiera existir, en este aspecto no
hay diferencia; si vamos a ser salvos, tenemos que ser salvos de esta única
manera.
A través de la Biblia en un año:
Mateo 17-18
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