Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa donde
cobraba impuestos. –Sígueme –le dijo Jesús. Y Leví se levantó y lo siguió.
Sucedió que, estando Jesús a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de
impuestos y pecadores se sentaron con él y sus discípulos, pues ya eran muchos
los que lo seguían. Marcos 2:14-15.
No había pasado mucho
tiempo desde que Mateo fuera llamado y llevado a seguir al Señor Jesús cuando
se dijo a sí mismo: «¿Qué puedo hacer ahora por mi nuevo Amo?» Leví hizo una
gran fiesta en su casa y le dijo al Señor Jesús: «Tú me has invitado a seguirte
y estoy tratando de hacerlo, y una manera de seguirte es dar una gran fiesta en
mi casa esta noche y traer a mis antiguos compañeros. ¿Vendrás? Y luego, cuando
estén todos felices alrededor de mi mesa, ¿harás por ellos lo que has hecho por
mí?»
Ahora bien, ¿ha
sucedido así contigo, mi querido amigo? ¿Has llevado a otros a Jesús? ¿Has
llevado a tus hijos a Jesús? ¿Fueron tus oraciones el medio para que tu cónyuge
se entregara a Jesús? ¿Fueron tus súplicas el medio para que tus hermanos se
entregaran a Jesús? Si no, has fallado en cumplir aquello que debiera ser la
obra de tu vida. Pídele al Señor que ahora te ayude a comenzar esta obra con
alguna persona de tu propio círculo con quien sea más probable que hables con
la mayor influencia y poder. Deja que cada hombre, según su llamamiento,
sienta: «Aquel que me invitó a seguirlo me ha invitado para que otros, por
mediación mía, sean también llevados a seguirle a él».
A través de la Biblia en un año: Marcos
3-4
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