Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también
nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto jamás a Dios,
pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre
nosotros su amor se ha manifestado plenamente. 1 Juan 4:11-12.
Cristiano, por el amor
que Dios te ha manifestado, estás obligado a amar a tus compañeros cristianos.
Debes amarlos aunque tengan muchas debilidades. Tú también tienes algunas y si
no puedes amar a alguien porque tiene un temperamento brusco, quizá esa persona
responda que no te puede amar porque tú tienes un espíritu lánguido.
Jesús te amó con todas
tus debilidades, así que ama a tus hermanos débiles. Me dices que no puedes
amar porque tal hermano te ha ofendido ¡pero tú también ofendiste a Cristo!
¿Qué? ¿Acaso debe Cristo perdonar tus miles de ofensas aunque tú no perdones a
tu hermano? Al fin y al cabo, ¿qué pasó? «Bueno, no me trató con respeto». Ah,
es eso, ¡un pobre gusano quiere que lo traten con respeto! «Pero me habló en
tono desdeñoso y hay una hermana aquí, será una mujer cristiana pero dijo algo
muy cruel sobre mí». Bueno, sí, ¿y qué importa? Cuando las personas han hablado
mal de mí y han sido muy, muy falsos al hacerlo, yo he pensado a menudo que
quizá de haberme conocido mejor, hubieran encontrado algo verdadero que decir,
y por tanto yo debo ser como a veces decimos de un muchacho al que le han dado
sin que lo merezca: «sí se lo merecía, si no ahora, alguna que otra vez, por
alguna otra cosa». En lugar de enojarte, sonríe ante la ofensa. ¿Quiénes somos
para esperar que todo el mundo nos honre cuando nadie honró a nuestro Señor?
Estemos listos de una vez para perdonar hasta setenta veces siete.
A través de la Biblia en un año: Génesis
25-28
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