Según tu palabra, Soberano Señor, ya puedes despedir a tu siervo
en paz. Porque han visto mis ojos tu salvación. Lucas 2:29-30.
La base de la esperanza
de Simeón para una partida en paz era «según tu palabra» y con certeza ninguna
Escritura es de interpretación privada ni está reservada para un creyente con
exclusión del resto. Las promesas de Dios, que «son “sí” en Cristo», son
seguras para toda la simiente, la promesa no se ha hecho para algunos de los
hijos, sino que todos los nacidos de la gracia son herederos. Si Simeón, como
un creyente en el Señor, tenía la promesa de que partiría en paz, yo también
tengo una promesa similar si estoy en Cristo.
En la muerte, cada
creyente debe partir con el mismo sentido que partió Simeón. La palabra que se
utiliza aquí es sugerente y alentadora; podría aplicarse ya sea a escapar de
confinamiento o a la liberación de los afanes. El hombre cristiano en el estado
actual es como un pájaro en una jaula: su cuerpo encarcela su alma. Pero viene
el día en que el gran Maestro abrirá la puerta de la jaula y liberará a sus
prisioneros, que cantarán todo el tiempo en un éxtasis más allá de la
imaginación. Simeón miraba la muerte como una manera de quedar en libertad, una
liberación de una terrible detención, un escape de la cautividad, una
liberación de la esclavitud. A nosotros se nos otorgará igual redención. Dios,
quien nos encomendó que aspiráramos a la santidad y a la espiritualidad y a la
semejanza a él, nunca puso esas aspiraciones en nosotros para burlarse. Su
intención es gratificar esos deseos santos o de lo contrario no los hubiera
incitado.
A través de la Biblia en un año:
Mateo 19-20
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