“Y respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos sean escandalizados en ti, yo
nunca seré escandalizado”. Mateo 26:33.
“Pero”, dirá uno, “esta
no es una promesa de Dios”. Precisamente, pero fue una promesa de hombre y por
lo tanto no se realizó. Pedro pensaba que decía lo que ciertamente podía llevar
a cabo; pero una promesa que no tiene mejor fundamento que la resolución
humana, caerá a tierra. Tan pronto como vino la tentación, Pedro negó a su
Maestro, y blasfemó para confirmar su negación.
¿Qué es la palabra de un
hombre? Un vaso de barro que se rompe al primer golpe. ¿Qué es tu propia
determinación? Una flor que con la ayuda de Dios, fructificará; pero dejada a
sí misma, caerá a tierra con el primer soplo de viento que mueve la rama.
No confíes en la palabra
de un hombre más de lo que pueda sostener.
No cuentes con tu propia
determinación en nada.
Cuenta con la promesa de
tu Dios para este tiempo y la eternidad, este mundo y el otro, y para todo lo
tuyo y lo de tus más queridos.
Este volumen es un libro
de cheques para creyentes, y esta página es escrita como una amonestación
acerca del banco sobre el cual van a girar una letra de cambio y qué firma aceptarán.
Cuenta con el Señor ilimitadamente. No te fíes de ti mismo ni de ninguno nacido
de mujer más allá de los límites debidos; pero confía solamente y del todo en
el Señor.
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