“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las
tribulaciones”. Salmo 46:1.
Un ayudador que no está
pronto cuando le necesitamos es de poco valor. El áncora dejada en casa es de
ningún valor al marinero en la hora de la tormenta; el dinero que en otro
tiempo poseyó el deudor es de ningún valor cuando una demanda judicial se ha
expedido contra él. Pocas ayudas terrestres pueden ser llamadas “prontas”;
generalmente están lejos cuando hay que buscarlas, lejos cuando se usan y
todavía más lejos una vez usadas. Pero el Señor nuestro Dios es “pronto” cuando
le buscamos, “pronto” cuando le necesitamos y “pronto” cuando hemos ya gozado
de su ayuda.
Viene a nuestro auxilio
más pronto que el amigo más cercano pueda llegar, porque está en nosotros
mismos en nuestra prueba; más presente de lo que somos a nosotros mismos,
porque algunas veces carecemos de presencia de ánimo. Él está siempre presente,
eficazmente presente, simpáticamente presente, del todo presente. Él está
presente ahora si es un tiempo sombrío; descansemos en Él. Es nuestro refugio,
escondámonos en Él; es nuestra fortaleza, revistámonos de Él. Es nuestro
amparo, apoyémonos en Él; nuestro pronto auxilio, descansemos ahora mismo en
Él. No es necesario que tengamos un momento de ansiedad ni un instante de
temor. “Jehová de los ejércitos es con nosotros; nuestro refugio es el Dios de
Jacob”.
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