“Tú echarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte”.
Josué 17:18.
Es un gran estímulo al
valor estar asegurado de la victoria, porque entonces el hombre sale a la
guerra con confianza, y es atrevido donde de otra manera tendría temor. Nuestra
lucha es contra el mal dentro de nosotros y alrededor de nosotros, y debiéramos
de estar persuadidos que podemos vencer, y que así lo haremos en el nombre del
Señor Jesús. No estamos para caer, sino para vencer; y venceremos. La gracia de
Dios en su omnipotencia está extendida para la destrucción del mal en todas sus
formas: de aquí viene la seguridad de la victoria.
Ciertos pecados nuestros
encuentran carros herrados en nuestro temperamento, en nuestras costumbres pasadas
y en nuestras ocupaciones. No obstante tenemos que vencerlos. Son muy fuertes,
y opuestos a ellos, somos muy débiles; pero en el nombre de Dios tenemos que
dominarlos, y así lo haremos. Si un pecado nos domina, no somos los siervos
libres del Señor. Aunque un hombre esté preso por solamente una cadena, es un
cautivo. No podemos ir al cielo con un pecado reinando en nosotros, porque se
ha dicho a los santos: “el pecado no se enseñoreará de vosotros”. Levántate, y
mata cada cananeo, y haz pedazos cada carro herrado. Jehová de los ejércitos es
con nosotros, ¿y quién podrá resistir su poder vencedor en contra del pecado?
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