“Vuestra tristeza se tornará en gozo”.
Su tristeza especial era
la muerte y la ausencia de su Señor, y fue tornada en gozo cuando resucitó de
la muerte y se mostró en medio de ellos. Todas las penas de los santos serán
así transformadas; aun las peores, que parecen ser fuentes eternas de amargura.
Entonces cuanto más
tristeza haya, más gozo habrá. Si tenemos cargas de tristeza, entonces el poder
del Señor las tornará en toneladas de gozo. Entonces cuanto más amarga sea la
pena, más dulce será el placer; la oscilación del péndulo a la izquierda, lo
hará ir más a la derecha. La memoria de la pena aumenta el gusto de la delicia;
pondremos la una en contraste con la otra, y el brillo del diamante será visto
más claramente a causa del fondo negro tras él.
¡Ven, alma mía, anímate!
Dentro de poco estaré tan alegre como ahora estoy triste. Jesús me dice que por
una alquimia celestial, mi tristeza se tornará en gozo. No sé cómo va a ser
así, pero lo creo, y empiezo a cantar con anticipación. Este abatimiento de
espíritu no es para mucho tiempo, pronto estaré arriba con los gozosos que
alaban al Salvador día y noche, y allí cantaré de la misericordia que me libró
de grandes aflicciones.
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