“He dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar”.
Apocalipsis 3:8.
Los santos que permanecen
fieles a la verdad de Dios tienen una puerta abierta delante de ellos. Alma
mía, tú has decidido vivir y morir por lo que el Señor ha revelado en su
Palabra, y por lo tanto delante de ti está esta puerta abierta.
Entraré por la puerta
abierta de la comunión con Dios. ¿Quién me la negará? Jesús ha borrado mis
pecados y me ha dado su justicia; por eso puedo entrar libremente. Señor, así
lo hago por tu gracia.
También tengo una puerta
abierta delante de mí para entrar en los misterios de la Palabra. Puedo entrar
en lo profundo de Dios. La Elección, la Unión con Cristo, el Segundo
Advenimiento, todos estos misterios están delante de mí, y puedo gozarme en
ellos. Ninguna promesa, ni ninguna doctrina ahora están cerradas para mí.
Una puerta abierta de
entrada está delante de mí en privado, y una puerta abierta de utilidad en
público. Dios me oirá; Dios se servirá de mí. Una puerta está abierta para mi
marcha adelante hacia la iglesia celestial, y para mi comunión diaria con los
santos aquí abajo. Algunos tal vez procurarán encerrarme, o prohibirme la
entrada, pero todo en vano.
Pronto veré la puerta
abierta en el cielo: la puerta de perla será mi camino de entrada, y entonces
entraré a mi Señor y mi Rey, y estaré con Dios eternamente.
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