“Y juzgaré entre oveja y oveja”. Ezequiel 34:22.
Algunos son vigorosos y
prósperos, y por lo tanto son duros para con los débiles. Este es un pecado
grave, y causa mucha tristeza. Esos empujones con el lado y el hombro, esas
acometidas con los cuernos a los flacos, son una triste causa de ofensa en las
asambleas de los que profesan ser creyentes. El Señor observa estas acciones
orgullosas y se enoja grandemente con ellas, porque Él ama a los débiles.
¿Es el lector uno de los
despreciados? ¿Es él uno que llora en Sión y un hombre señalado por causa de su
conciencia tierna? ¿Le juzgan sus hermanos severamente? No se resienta de su
conducta; ante todo, que no empuje ni acornee en pago. Que deje el asunto en
manos del Señor. Él es Juez. ¿Por qué queremos usurpar su poder? Él decidirá
con mucha más justicia que nosotros. Su hora para el juicio es la mejor y no es
necesario que tengamos prisa para adelantarla.
Que el opresor duro de
corazón, tiemble. Aunque puede ir al fin que se propone sin castigo para el
presente, todas sus palabras orgullosas son notadas, y por cada una tendrá que
dar cuenta delante del tribunal del Gran Juez.
¡Paciencia, alma mía!
¡Paciencia! El Señor conoce tu pena. ¡Tu Jesús tiene piedad de ti!
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